En 2018, tomé una decisión que tenía la intención de ser un experimento personal respecto al slow fashion y que se acabó convirtiendo en una realidad en mi vida.
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En enero, acompañando a esta foto escribía:
“Uno de mis propósitos de este 2018 es eliminar el fast fashion de mi vida y todo lo que conlleva. Así que este año solo entra en mi armario:
- Ropa hecha por mi misma
- Ropa de segunda mano
- Ropa plantada, diseñada y confeccionada aquí
Con esto pretendo:
- No colaborar con la explotación y vulneración de derechos de mujeres y niños víctimas de la deslocalización textil que busca producir al mínimo coste.
- Reducir los residuos textiles fomentando la reutilización en lugar del reciclaje, con el ahorro energético que conlleva.
- Animar e inspirar a través de Koserkonk (mi antiguo blog un poco abandonado) para que el mensaje político del slow fashion llegue a todo el mundo!”
Y desde aquel año estas son mis premisas para vestirme. Lo cierto es que en todo este tiempo he recurrido alguna vez a algo de fast fashion pero puedo contarlas con una mano.
Pero lo mejor de todo es que tengo un armario lleno de cosas (sí, si eres minimalista te será más fácil pero a mi me encanta la ropa) que me encantan, que tienen historia y que la media de edad de las prendas es de unos 8 o 10 años. Y no exagero porque tengo muuuchas prendas heredadas que tienen más de 30 años y ¡están perfectas!
¿Qué es el slow fashion?
El slow fashion o moda lenta no es más que lo contrario a la moda industrializada de consumo rápido. Tiene en cuenta aspectos que rodean al mundo de la moda y que hasta hace poco se habían dejado de lado:
- Cómo afecta la ropa que vestimos al medioambiente
- Cómo afecta a la sociedad, a las personas que viven de producirla y a las personas que la consumen
- Cómo afecta la industria de la moda a la economía
De hecho, ésta moda sostenible va mucho más allá y tiene en cuenta una gran cantidad de factores a lo largo de toda la cadena de producción:
- El consumo energético y de agua
- El tipo de energía utilizada para la producción
- La toxicidad de los productos, tanto para el medioambiente como para las personas que trabajan con ellos
- El respeto a la biodiversidad
- La minimización del residuo producido
- Las condiciones de laborales de los trabajadores
- La afectación a la economía local
- El modelo de consumo que promueve
El slow fashion aboga por el consumo responsable, por huir de las tendencias y usar prendas de calidad que duren más tiempo. Habla del cuidado de las prendas que ya tenemos, de la compra de segunda mano o del reacondicionamiento de prendas o reciclado de tejidos.
Es por esto que el slow fashion mucho más que una forma de producir ropa, es también una forma de consumirla.
Slow fashion vs fast fashion
La diferencia esencial entre el slow fashion y el fast fashion es el modelo económico que promueven.
Clarísimamente el fast fashion promueve un sistema de economía lineal que ha conseguido que la media de uso de una prenda de ropa sea de 7 veces.
Sin embargo, el slow fashion apuesta por un modelo de economía circular que es consciente de que los recursos que tenemos son finitos.

Consecuencias del fast fashion
El fast fashion como modelo lineal de consumo tiene una serie de consecuencias que no solo afectan al medioambiente.
Disminución de la biodiversidad y agotamiento de recursos
El algodón, que se extrae de una planta, es la materia prima que más se usa en la industria de la moda. Las plantaciones de algodón están mayoritariamente en países del sur.
Estas plantaciones son grandes extensiones de monocultivo que no sólo requieren de grandes cantidades de agua sino que, como todos los monocultivos:
- Agotan la fertilidad del suelo
- Favorecen la aparición de plagas y las hacen más virulentas
- Consumen grandes cantidades de productos fitosanitarios tóxicos (plaguicidas, herbicidas, fertilizantes, etc)
- Usan transgénicos (concretamente el algodón Bt)
Maltrato animal
Muchas de las materias primas son de origen animal como la lana o la seda. La enorme demanda del sector hace que los métodos para extraerlas no sean los que se han usado tradicionalmente.
En el caso de la lana, los mayores productores son Australia y China que abastecen casi el 50% de la lana de la industria. La lana tradicionalmente ha sido un subproducto de la ganadería ya que las ovejas se usaban para leche y quesos y para carne.
No todas las ovejas tienen la misma calidad de lana por lo que hay razas que no sirven para la industria. Una de las mejores razas es la oveja merina (la de la torta del casar).
Bien pues la principal fuente de lana en la moda es la de oveja merina australiana. Esta oveja se ha seleccionado durante generaciones para tener muchos pliegues en la piel (cuanto más pliegues más lana). Actualmente cada una de estas ovejas puede producir muchos kilos de lana.
Al tener tantos pliegues sudan mucho y hay una mosca que suele poner sus larvas en esas zonas (la enfermedad se llama miasis). Como tratar ésta enfermedad es caro, los ganaderos australianos mutilan a sus ovejas haciéndoles mulesing. No hagas click si crees que puede afecarte, es bastante bestia.
Contaminación del agua
La industria textil no solo tiene una huella hídrica enorme (una camiseta de algodón requiere unos 2.700 litros de agua para fabricarse) sino que además contamina.
De hecho contamina el agua tanto en el cultivo (por el uso de fertilizantes y otros productos fitosanitarios), como durante el proceso de blanqueo y teñido.
Gran parte de estos teñidos se hacen en paises del sur que no tratan las aguas antes de verterlas a los ríos. Así que esos ríos están contaminados por sustancias tóxicas que llegan al mar y a las personas que consumen esa agua.
En China, que es uno de los países donde se concentra esta industrias suele tener los ríos teñidos del color de moda de la temporada.

Desigualdades entre norte y sur
Es un hecho que la industria de la moda está en manos de multinacionales que han deslocalizado la producción a países del sur.
Obviamente existe esta deslocalización porque los países del sur tienen menores costes de producción pero claro esto no es gratis. Estos paises suelen tener legislaciones laxas en cuanto a derechos laborales, políticas ambientales o trabajo infantil.
Así que el hecho de que la producción esté localizada en países del sur, lejos de generar oportunidades económicas o sociales, incrementa todavía más la brecha norte-sur.
Desigualdades en función del género
Tal y como suele pasar siempre, a mayor pobreza y desigualdad social más brecha de género. La mayoría de las personas que trabajan en la industria textil en países del sur son mujeres, muchas de ellas menores de edad.
Estas mujeres hacen jornadas laborales maratonianas, sin descansos y con contratos laborales precarios o sin contratos.
Ellas sufren consecuencias físicas relacionadas con la exposición a sustancias químicas sin protección o por trabajar con maquinaria pesada en unas instalaciones en condiciones pésimas.
Consecuencias psicológicas para los trabajadores y los consumidores
Como imaginarás las consecuencias psicológicas de trabajar en las condiciones que te he descrito también existen.
Pero el modelo consumista del fast fashion no solo afecta a las personas que trabajan en la industria, también a las que la consumen.
La compra compulsiva o el modelo de ocio del centro comercial acompañados de un marketing agresivo y dirigido básicamente a mujeres también tienen consecuencias psicológicas.
La oniomanía es un trastorno psicológico muy presente en la sociedad. Wikipedia lo describe así:
La compra genera en la persona adicta una satisfacción inmediata, con la que cree llenar su vida de sentido y con la que consigue borrar temporalmente los problemas. A menudo, los objetos comprados son destruidos, escondidos o metidos en un cajón, ya que la persona afectada de oniomanía se siente avergonzada. Este sentimiento de culpabilidad sólo se compensa con una nueva compra. La persona adicta a las compras se ve, así, atrapada en un círculo vicioso.
Pero claro, ¿cómo podemos sentirnos bien cuando el consumo nos esclaviza?
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